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Mentir con las Estadísticas
¿Es factible mentir con las estadísticas?
El hombre corriente o el lector poco advertido seguramente suponga que la estadística es una disciplina que añade y despliega un manto de “sagrada” veracidad a todo evento medible o clasificable surgido de experiencias diversas incluidos aquellos hechos resultantes de la vida cotidiana.
La mentira ha existido, existe y existirá en tanto alguien presuma que, de ella, puede lograr algún beneficio. La mentira atraviesa todos los estratos sociales, culturales, incluyendo a la ciencia y son muchos los que tienen menor o mayor grado de interés en decir mentiras.
Aunque parezca inverosímil, es factible mentir con las estadísticas: Es posible verificar esta aseveración sólo con detenerse a analizar la información que proveen los medios de comunicación que acomodan datos, muchas veces comunicándolos de manera diametralmente opuesta según sea el interés particular de uno u otro. Para verificar ello basta con abrir un periódico, sintonizar la radio o encender el televisor, por ejemplo, después de una manifestación partidaria “multitudinaria”. Un medio podrá asegurar que participaron de la misma 100 mil individuos en tanto que otro medio dirá que la convocatoria alcanzó a 10 mil personas, la policía tal vez señalará que concurrieron 20 mil en tanto que los organizadores podrían asegurar un éxito rotundo de tal movilización subiendo la apuesta a 250 mil manifestantes. Entonces; ¿a quién le creemos?; ¿dónde está la verdad?; ¿quién miente?
En toda actividad, incluyendo la ciencia, se puede mentir o manipular la información recurriendo a las estadísticas; presentando datos de forma engañosa (sesgada) a fin de defender un argumento o conclusión determinada. Si bien la estadística es una herramienta poderosa y por demás objetiva al momento del análisis y comunicación de información, la manera en que esto se presenta o interpreta puede verse influenciada por propósitos malintencionados.
Muchas son las formas a las que puede apelarse para mentir usando las estadísticas. Aquí se enumeran sin un estricto orden de aparición o importancia:
- Sesgo en la selección de los datos: presentando sólo aquellos que apoyan una determinada conclusión omitiendo información que pudiese rebatirla
- Establecer correlación sin evidencias de causalidad: Establecer una relación causal entre dos variables sólo porque existe correlación entre ellas y no considerar otras posibles explicaciones o factores que puedan estar influyendo en dicha relación
- Uso inapropiado de los términos estadísticos: Manejar términos estadísticos de manera incorrecta para dar la impresión de validez y autoridad.
- Utilización de escalas inadecuadas: que puedan distorsionar la percepción de los datos
- Presentación gráfica engañosa: manipulando escalas en gráficos a fin de minimizar o exagerar diferencias
- Extrapolación no válida: Hacer inferencias basadas en un número limitado de datos
- Inadecuado tamaño muestral: Generalizar conclusiones a partir de una muestra pequeña no representativa
- Falta de contexto: Presentar datos y elaborar conclusiones sin llevar adelante un hilo conductor alineado con los objetivos y resultados del estudio
Es sumamente importante tener presente que este tipo de prácticas existen y estar prevenidos de estas posibles manipulaciones al momento de revisar estadísticas o datos provenientes de informes, medios de comunicación, discursos políticos, religiosos, etc. Al consumir información debemos adquirir un espíritu crítico y analizar meticulosamente la fuente y la metodología utilizada para asegurarnos una comprensión precisa y objetiva de los datos presentados. De la misma manera, como profesionales que utilizan estadísticas, debemos esmerarnos por presentar datos de manera transparente, honesta y sin sesgos, para mantener la integridad de la investigación y de la comunicación científica
A manera de referencia sobre este tema valga mencionar un valioso, entretenido y a la vez escueto libro de Darrell Huff que trata el tema en forma llana y concreta y cuyo capítulo introductorio transcribimos literalmente desde su versión castellana.
Como mentir con estadísticas
INTRODUCCIÓN
– Hay mucho crimen por allí – dijo mi suegro al poco tiempo de haberse trasladado de Iowa a California. Y así era, en el periódico que leía. Es un periódico que no pasa por alto ningún crimen en su propia área y que tiene fama de prestar más atención a un asesinato en Iowa que el mismo periódico principal de aquella localidad.
Desde el punto de vista estadístico, la conclusión de mi suegro no poseía fundamento técnico. Se basaba en una muestra marcadamente subjetiva. Al igual que muchas otras estadísticas aún más falseadas, la estadística de mi suegro era tendenciosa. Daba por supuesto que el espacio del periódico dedicado a informar sobre crímenes era la medida del porcentaje de criminalidad.
Hace algunos inviernos, doce investigadores informaron independientemente y sometieron cifras sobre las píldoras antihistamínicas. Todos ellos demostraron que un porcentaje considerable de resfriados desaparecía después del tratamiento. Siguió un gran alboroto, al menos en los anuncios, y se consiguió el lanzamiento de un producto farmacéutico de los que hacen época en
el campo comercial. Este éxito se basaba en la eterna esperanza, siempre a punto de renacer, así como en el curioso desdén por examinar más allá de las estadísticas un hecho que se conoce desde hace largo tiempo.
Como señalaba, no hace mucho tiempo, Henry G. Felsen, humorista y no precisamente una autoridad en la medicina, un tratamiento adecuado cura un resfriado en siete días, pero si se deja que se resuelva por sus propios medios, se arrastra durante una semana.
Lo mismo ocurre con muchas de las cosas que usted lee y oye. Los promedios y las relaciones, las tendencias y los gráficos no son siempre lo que parecen. Puede haber más de lo que ven los ojos y puede haber mucho menos.
El lenguaje secreto de las estadísticas, tan atrayente a una cultura que se apoya en los hechos, se emplea para causar sensación, deformar, confundir y simplificar en demasía.
Los métodos y los términos estadísticos son necesarios para informar sobre los datos masivos de las tendencias sociales y económicas. Las situaciones de los negocios, las encuestas de “opinión” y los censos; pero sin escritores que utilicen las palabras con honradez y precisión. Sin lectores que sepan lo que significan, el resultado no es más que pura semántica sin sentido alguno.
En la literatura popular sobre temas científicos, la estadística falseada ocupa un lugar destacado, a cargo de héroes de bata blanca que trabajan a deshoras en un laboratorio pobremente iluminado. Al igual que “un toque de brocha o un poco de carmín”, las estadísticas desvirtúan los hechos importantes. Una estadística bien presentada es mejor que la “gran mentira” de Hitler; desorienta, pero no debe convencerle.
Este libro es una especie de “rudimentos” sobre la manera de utilizar las estadísticas para engañar. En conjunto puede parecer un manual para desaprensivos. Quizá pueda justificarlo como aquel ladrón retirado que con la publicación de sus recuerdos ofrecía un curso para graduarse en el arte de tirar la piedra y esconder la mano. Los desaprensivos ya conocen estos trucos; los hombres honrados deben aprenderlos en defensa propia.
Bibliografía:
Darrell Huff. Como mentir con estadísticas. WW Norton & Company. Inc. New York-London. 1954. ISBN 0 393 09426
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